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Doña Lila, una forastera bien cholilera

14/06/2022

Lidia Victoria Tardón de Rosales, más conocida como Doña Lila tiene 82 años, vive en el Rincón de Cholila y es una histórica pobladora de nuestra querida localidad. Nació el 23 de mayo de 1940 y además de sus carcajadas y constante humor, esta querida señora nacida en Epuyén y criada en Villa Lago Rivadavia, es dueña de El Forastero: un histórico bar y almacén que fundaron junto a su marido Tobías Rosales, el 27 de abril de 1968. Hace unos días, pudimos visitarla para que nos cuente un pedazo de su vasta historia en Cholila.

Integrante de una familia de ocho hermanos, 4 mujeres y 4 varones, Doña Lila nos cuenta un poco de los orígenes de su familia e infancia en Villa Lago Rivadavia: “Mi padre Santiago Emilio Tardón y mi madre Regina Bahomonde eran de Futalaufquen. Fueron lindos recuerdos los de mi infancia, yo soy de la “bolsa de gatos”, yo iba a la escuela ahí: “no andes grabando mierda después lo otro me van a cagar a palo” (Se ríe). Doña Lila relata que iba a la escuela con la señora de Nano Riquelme (Negra), la OLMA, la juana, todos eran sus compañeras. “Y a mí me decían la gringa porque era la rubia ja ja”.

Ante la consulta por el frío y las condiciones climáticas: “Los inviernos eran con mucha nieve, frío. Había que venir de Rivadavia a caballo con pilchero. Nada de juguetes, nos criamos con mucho sacrifico y bien educaditos. Papá agarraba el pilchero e iba cargado de cosas”. Luego cuando su padre entró a la Policía, pidió el traslado y se vinieron para Cholila: “Allá en Rivadavia teníamos ovejas, chivos, pavos, gansos, chanchos”.

“A mi marido lo conocí en Esquel”, cuenta y se ríe. Lo conoció porque era pariente de los otros Tardón. Ahí se enamoró. Lila tenía 17 años cuando se casó con Don Rosales en 1957. Lo hicieron en Rivadavia y vino toda su familia de Futalaufquen. Estuvieron pocos años viviendo en Bahía Rosales, allí por Futalaufquen, hasta que Don Tardón apareció: ”Mi padre me extrañaba mucho y quería que me venga con Rosales a poner un negocio a Cholila. Y así fue. Me vino a buscar con un camión de Pichón Galarza y nos trajeron desde allá.

“Acá era un pantano donde estamos nosotros, por eso nos decían: ¿Los Rosales? Esos sí que brotaron ja ja”, afirma Lila. Su suegro, a su vez, les dejó un cheque para que sigan construyendo la casa y el negocio.

Y luego de años de trabajo y esfuerzo, el 27 de abril de 1964 quedó inaugurado EL FORASTERO: “Vino una orquesta de Esquel, hubo asado pulular, mi suegra cayó con una vaquillona carneada, los Gérez también nos regalaron otra”.

Muchos se preguntarán por el origen del nombre de este emblemático recoveco ubicado en diagonal al actual Hospital Rural, y ella responde: “Le pusimos ese nombre porque no éramos de El Rincón de Cholila. Rosales era de FUTA y yo de Rivadavia”. ¿Anécdotas? Miles, ¿Clientes? muchos, ¿Multas? “Nunca tuvimos UNA y nunca una pelea. Nos querían mucho”, agrega. Desde El Hoyo los llamaban para reservarles lugar. Los Quilodrán, por ejemplo, se venían con la camioneta con colchones y carpa para quedarse a dormir.

Entre sus principales comensales: los Perry, los Gerez y un montón de amigos que venían a gastar: “Llegaban y había un semejante palenque lleno de caballos. Todos venían”. Hasta hace no mucho tiempo, Pichón Gérez le preguntó si no podría poner el bar de vuelta (Siempre iban con el Gringo Gérez). Hasta señoras iban a tomar unas copas: “Vamo a lo de Lila a tomar unos Gancia”. La Nini Chavez desde El Blanco se venía.

En cuanto a la parte lúdica, en El Forastero se jugaba Paso Inglés, Truco, Cartas, Rumi, Dados, etc: “Ah y acá están mis cuadernos para que digan que El Forastero no miente”.

En uno de esos ejemplares que ella nombra, se puede leer lo siguiente: “Recibí de Carlos Ruiz el 12 de diciembre de 1979 - un grabador por permuto de una Bicicleta Rodado 26, que era del Sr. Alberto Rosales”.

Sobre el almacén, Doña Lila nos indica que la máquina para pesar se la vendió Paillalef, el marido de Cristina Danelón, y que la mesada la hizo su marido.

“Nosotros estamos bien porque nunca nos llevamos un peso de ningún pobrecito. Mi hijo Edgardo siempre me dice: “Vos tenés el negocio bien porque no sos mala”.

RECUERDOS Y ENSEÑANZAS QUE LE DEJÓ CHOLILA

Para finalizar la charla, Doña Lila nos dejó unos mensajes interesantes para reflexionar: “Lo que más valoro de este pueblo son las amistades buenas que tuve, eso es lo que Cholila más me dejó. Las chicas Marchant del Rivadavia, mis compañeras de la Escuela. YO CONVERSO LAS VERDADES, NO LAS MENTIRAS. Yo chicos, no es por nada, pero vivo tan bien porque no soy egoísta, nunca fui agrandada”.

Fotos: Marcos Manrique


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